Los hombres de piedra ruedan
largamente por las calles y río abajo, y cantan, y son de arena luego.
Los hombres de madera atraviesan el fuego durante un tiempo breve,
cantando, y pronto son jubilosa ceniza.
Los hombres de metal caen con sus férreas ciudades, cantando entre el
estruendo, y al cabo se tornan también ruinas retorcidas.
Los hombres de sal van al océano y en él se arrojan, cantando entre las
olas. Y al alba son silencio.
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