EL VAGON AMARILLO

jueves, 17 de julio de 2014

PESADILLAS

PESADILLA 1
Estaba preso. La celda era húmeda y oscura. Me dolían hasta las ideas, por tantos porrazos y patadas. Supongo que entre sueños, vino un caimán sin dientes a susurrarme palabras de consuelo: Si puedes contarlo –dijo- es señal de que aún no te ha ocurrido lo peor. Cuando lo miré bien, era Shakespeare. Extendí mi mano para agradecer su deferencia. Pero ya no era Shakespeare, sino el bugarrón más temible del penal.
     
PESADILLA 2
Yo estaba preso. Y era el bugarrón más temible del penal. Me arrastré como un caimán hasta mi próxima víctima: Si puedes contarlo –le susurré- es señal de que aún no te ha ocurrido lo peor. Él extendió su mano. Pensé que era para agradecer mi deferencia. Pero de improviso, me destrozó el hígado con el cabo afilado de una cuchara. Si al menos fueras Shakespeare, escuché que decía, como única justificación, viéndome agonizar. 

PESADILLA 3
Estaba preso. Uno que me confundió con Shakespeare y el bugarrón más temible del penal, compartían conmigo la celda húmeda y oscura. Entre sueños, vino a susurrarnos el caimán sin dientes: Si puedes contarlo, es señal de que aún no te ha ocurrido lo peor. Los tres a un tiempo extendimos las manos para agradecer la deferencia. Y entonces ocurrió lo peor.


José Hugo Fernández, del libro de relatos “La novia del monstruo”.

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