EL VAGON AMARILLO

martes, 27 de mayo de 2014

Tejas, esquina de la limpieza


Por José Hugo Fernández
(Tomado de Cubanet)


Las “limpiezas” o ebbó de la santería cubana conforman hoy un atributo caracterizador del paisaje en la esquina de Tejas. Desaparecidas ya las tejas francesas que tipificaron los techos de sus edificaciones -dando nombre al lugar-, y ante la evidencia de que es muy difícil caminar por allí sin que te salga al paso una gallina sacrificada a los orishas, una paloma, una cabeza de chivo, dulces o cualquier otra de estas ofrendas que generalmente identificamos como “brujerías”, bien pudiéramos llamarle a ese entorno La esquina de la limpieza.
Claro que no es el único sitio de La Habana donde aparecen ebbó con frecuencia. En realidad, todas las esquinas, según los santeros, resultan útiles para “dejar lo malo”. Pero por alguna razón, ésta ha sido escogida de modo muy marcado para el depósito de “limpiezas”. Supongo que en gran medida debió influir el hecho de que Tejas es la confluencia de cuatro calles (Monte, Calzada del Cerro, Diez de Octubre e Infanta) que atraviesan barrios humildes, habitados mayoritariamente por personas que suelen apelar a las prácticas de la santería.
Tampoco debe ser casual que uno de los dos únicos negocios particulares que hay en la esquina de Tejas sea un establecimiento dedicado a la venta de artículos relacionados con los credos afrocubanos. Por lo general en las esquinas habaneras que acumulan vieja fama no ha prosperado el cuentapropismo. Es algo extraño, que a fuerza de serlo llega a convertirse en sospechoso.
¿Será que a los cuentapropistas no se les ha ocurrido aprovechar el enorme potencial comercial de estas intersecciones con gran afluencia pública? ¿O será que las autoridades locales del régimen están negadas a cederles allí espacios, mientras los desaprovechan ellas mismas, haciendo como el perro del hortelano?
Desaprovechado de manera notable está el espacio de la llamada Casa del perro caliente, un comercio estatal de la esquina de Tejas, que ni es casa ni vende perros calientes sino en contadísimas ocasiones. Eso por no hablar de lo vacío que permanece hoy (debido a sus precios) el sitio más popular y frecuentado de esta esquina, que antiguamente respondía al curioso nombre de Bar Moral, pero, gracias a la falta de sentido del humor de las autoridades, ha pasado a llamarse Cafetería Esquina de Tejas, nombre original donde los haya.
En el antiguo Bar Moral (qué gran jodedor debe haber sido quien lo bautizó) el régimen lo cambió todo para imponer su moralina patriotera, con profusión de consignas y carteles políticos, nada menos que en un bar. Sin embargo, aunque apenas haya clientes, aún permanece el ambiente de estampa habanera que lo distinguió siempre.
Otro antiquísimo inmueble de esa esquina, el más antiguo, es aquel en cuyos bajos estuvo ubicada la fonda El globo de Tejas, cerrada desde hace mucho, luego de haber matado tanta hambre en los entornos, y a precios módicos, sin que por ello recibiera la oportunidad de pervivir, aunque fuera con otro nombre sin gracia.
Oscura y desabastecida, la librería André Voisin ha resistido, parece que milagrosamente, el paso de varias décadas. Mientras que a su lado, puja el restante negocio particular de la esquina de Tejas, una pizzería para transeúntes.
Por lo demás, el elemento nuevo de esta legendaria esquina son los dos edificios de vivienda (de 20 y 18 plantas, respectivamente) que ocupan el espacio donde antes estuvieron el cine Valentino y una proverbial valla de gallos, y donde también vivió en su momento una de las más renombradas familias habaneras, la del perfumista e industrial Crusellas. Lástima que los nuevos edificios estén separados del parque por una horrorosa cerca de fibrocemento, lo cual echa por tierra de un tirón la ganancia de Tejas con esta novedad.

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