Vuelo un poco y luego caigo,
soy grávido y soy leve y aun
quisiera
ser inerte: descansar de volar y
caer.
¿Qué vale ya ser estrella o ser
piedra,
asfixia o viento, delirio o
vaciedad?
Mañana volaré o caeré para siempre.
Pero la duda es una espada en mi
pecho:
si la dejo, me mata, y muero si la
arranco.
Y es que he visto mi sombra en el
viento
y luego pude ver el viento mismo
y mi corazón no atravesó su menuda
muralla.
Mañana habrá de ser: siempre mañana
volaré
mucho más alto que en el sueño del
vuelo.
Puede ser que imagine haber volado,
pero mañana será sin duda alguna el
salto:
subiré hasta donde el viento no me
atrape la sombra
o caeré hasta por fin perderme en
ella.
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