EL VAGON AMARILLO

martes, 6 de enero de 2015

De los tigres de Masferrer a las hienas de Camilo


Siempre será complejo establecer diferencias entre sicarios, pues éstos son como los boniatos, frutos de la misma semilla, por más que unos resulten menos dulces que otros


Foto cortesía del autor
Foto cortesía del autor
LA HABANA, Cuba. -Algunos de los que en días atrás estuvieron secuestrados en el Vivac de Calabazar, hablan de una valiente activista cívica llamada Sonia (perteneciente a la organización opositora UNPACU) que al ser tratada con violencia por parte de sus represores, respondió mordiendo a uno de ellos en el brazo. Esa mordida era el pretexto que necesitaban los esbirros de la seguridad del estado para torturar ferozmente y en pandilla a una mujer, enferma de cáncer por demás.
Esta práctica se ha hecho habitual en el comportamiento de las hordas vestidas de civil con que la policía política pretende sofocar las voces disidentes en Cuba: provocan de palabras y agreden físicamente a los activistas para compulsarlos a una respuesta violenta. Y una vez que lo han conseguido, se ensañan torturando despiadadamente a sus víctimas, disponiendo ya de una “justificación” y un argumento “legal” que les facilita condenarles a varios años de cárcel.
Los tristemente afamados Tigres de Masferrer no llegaron a utilizar “técnicas” tan ladinas para el ejercicio de sus tareas como torturadores y criminales. Iban a lo suyo sin contemplaciones ni doble cara. No en balde su tétrico reinado duró poco.
Tal vez alguien piensa que exagero al comparar a nuestros represores de hoy con aquella organización paramilitar que, bajo el liderazgo de Rolando Masferrer, se dedicó a sembrar el terror y la muerte entre los opositores de la dictadura anterior, la de Batista. Alegarán que los Tigres de Masferrer asesinaron a muchas más personas que las actuales hienas de Camilo, seudónimo con que es conocido en La Habana el Masferrer de nuestros días. Pero eso es algo que estaría por ver.
Además, aunque sólo sea por una cuestión de simple cotejo histórico, es necesario recordar que aquellos represores de los años cincuenta perseguían a personas generalmente armadas y dispuestas a hacer uso de sus armas. Mientras que los de hoy se dedican a cazar a mujeres y hombres inocentes, indefensos y devotos del pacifismo.
De cualquier modo, siempre será complejo establecer diferencias entre sicarios, pues éstos son como los boniatos, frutos de la misma semilla, por más que unos resulten menos dulces que otros. Y a propósito de orígenes, es muy posible que Rolando Masferrer haya aprendido de la KGB soviética (con la cual colaboró) y del estalinismo (religión que profesaron él y varios de sus feroces Tigres), la práctica de la violencia extrema como doctrina y como herramienta de poder. Así que ni siquiera en eso son grandes las diferencias entre él y el tal Camilo.
Por otro lado, nuestro escenario de hoy cada vez se parece más (al menos en lo peor) a aquel en que actuaron los Tigres de Masferrer. Por parecerse a ellos, las hienas de Camilo hasta suelen usar la misma combinación de guayaberas con gafas oscuras. Y ni hablar del talante, que es idéntico: tipejos brutos, rozando el retraso mental, con aires de matones que son como caretas para ocultar su pendejismo. Tunantes, groseros, dados al abuso en grupo contra gente indefensa y al servilismo y al automatismo ante sus mandantes. Tanto los de antes como los de ahora, son como muñecos de serrín, sin nada más por dentro, fabricados a partir del mismo molde y para una sola función. Es el engendro típico de las dictaduras tercermundistas. Así que no tienen por qué ser distintos.
La única diferencia quizá radique en que los Tigres de Masferrer nacieron para actuar durante un período limitado, y ellos lo sabían, por muy brutos que fueran. En tanto las hienas de Camilo creen que el diablo ha detenido el almanaque para concederles todo el tiempo del mundo. De tal creencia se alimenta su bravuconería barata, ignorando lo elemental, es decir que todo cuanto tuvo un principio tendrá un fin. De manera que mientras más se prolongue su siniestra impunidad, más estrepitoso y aleccionador será el derrumbe.

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